Confesiones Bukowskinianas.


Contigo quiero bailar Foxtrot, contigo y demás gatos al compás de danzas africanas que pueden rememorarse sobre las plantas agrietadas de nuestras pisadas, sobre nuestros dedos que inundan el viento y encima de nuestras sonrisas multicolores sin dulces químicos de por medio. Contigo quiero bailar Foxtrot.

Nueva York puede esperar,
Nueva York puede desmembrarse, Nueva Cork puede caer, sin embargo yo seguiré tarareando a Frank Sinatra, continuaré cantando en mi modo apretujado de parlar inglés:

“ New York, New York...
I wanna wake up in a city
that never sleeps
and find I'm king of the hill,
top of the heap... “

Pero sabes tú, sabes ya que yo no quiero ni Nueva York, ni la Venecia de mi amado doctor Lecter, ni siquiera las pretensiones de Rótterdam con sabor a Matías. No deseo ciudades, ni perros plateados merodeando en las calles, no quiero yo ciudades a pesar de esos antros queridos, donde he sido criada y creada, de esa costumbre plástica de muchacha under con amantes post modernistas, de esos seres que, como yo, duermen escasamente y se dopan mucho, dignos personajes novelescos de Charles Bukowski:

“…No olvides las aceras,las putas,
la traición,
el gusano en la manzana,
los bares, las cárceles,
los suicidios de los amantes. “


No anhelo yo más hormigón en mi vagina desdentada, así que Nueva York puede quedarse sólo en las melodías musicales y yo seguiré bailando Foxtrot junto a ti, contigo o sin ti, al margen de alguna playa orgiástica, cerca de aquel tipi que aúlla aún cantos Sioux para nuestras noches de mordiscos y caricias amorosas o arriándonos de besos sobre las ruinas de los castillos caídos, porque mago eres tú, maga soy yo, pues no quiero príncipes, ni quiero ser princesa, quiero darte aquellos ósculos, ósculos húmedos y de saliva ardiente porque no te quiero como vástago de rey, te quiero como sapo para que así saltes largas distancias tras los pasos felinos de parkour que suelo dar, te deseo como sapo encantado, con esa lengua bífida que anhelo tener en el no-tiempo definido sobre mi vulva hetera.

Y ahora que me he cortado la punta del dedo pulgar y que el dinero me parece trágico, me confieso sin alguna moneda en el bolsillo y sin necesidad de conseguir algo de ello, entonces camino feliz, pues sabes tú, que ando con mis zapatos de nena vagabunda por callejones orinados, escalando altas horas nocturnas y que sin monedas algunas o escasa cantidad de ellas no me arriesgo a morir por los asaltos de chupa-felinos y que si muero violada pensaré en ti mientras me destruyen las barreras de mi placer consensuado con tus dedos y tus semillas espermáticas, pensaré en ti y sonreiré como la muñeca rota que siempre he sido.

Quiero mencionar que mi felicidad no tiene precio ni se encuentra en la publicidad de Master Card, no es ni barata ni costosa, ni anda en ofertas o remates de temporada. Por ello vuelvo yo a ti, luego de desaparecer cual minino con estambres de infidelidad, mas yo te amo y eso has de recordarlo lo mismo que a mis fluidos sexuales en tus instantes de cunnilingus hacia mi cueva, hacia mis labios, hacia mis vellos indecentes, sobre tu lengua, sobre tu orgasmo y la caída de Nueva York, de yuppies agonizantes y los crackeos de sus bolsas de valores insípidos y demás conceptos hediondos que me encargo de destruir introduciendo las manos en algún pantalón policial mientras tú has de robar el arma y jugar a dispararnos ensangrentados después de haber asesinado a los autómatas que nos reprimen a diario y nos ahogan en el estanque en nuestra búsqueda de la manzana y la serpiente.

Luego iremos a correr el maratón de cuerpos, de sudores de salitre sobre cualquier superficie que pueda aguantar a nuestros ruidos onomatopéyicos, a nuestros manoseos, a olores a cachondo sonriente y a los apretones a los morros de tus labios.

Sabes tú,
soy yo la perra plateada, la perra seducida por el cinismo.

La vida ha de saber a ritmo de jazz y de baile tropical si danzas sobre mi cintura maltrecha
. La vida, quizás, no sea como el tono de La Vie en Rose mas larga vida a la vida de aquellos que disiden, a los indigentes, a los lumpen y demás lacra que habita en cloaca aburguesada o barraca miserable.


Crónicas de la Selva

Los bosques de Indonesia desaparecen.
Los orangutanes debemos mudarnos, ya no queda nada de casa. Tala, tala, tala, sigue talando, sigue cazando, ni los conservacionistas le devolverán la madre muerta al pequeño que vive en la guardería del refugio. Los bosques desaparecen, las autoridades nos dan dos áreas que nos permitan respirar ¿Nos reímos? No, no es un chiste. Establecen partes del territorio para sólo poder respirar, cuando hace miles de años lo que ahora es foresta talada antes era guarida tropical, lugar de danza y apareo.

Somos carne exótica, atracción de zoológico o de circo, mascota para el niño del empresario, del que paga por nuestra caza, por nuestro encierro. Los bosques de Indonesia se extinguen, nosotros con ellos, ya nada sabe a banana, ni a manzana, ni a alegre rayito solar. La sierra eléctrica sigue chasqueando, los árboles caen, los nidos se destrozan, los huevos se convierten en materia chafarrinada.

¡Croc. Crac
Zzzumm. Zass
Bum. Trac.
Koam!

Los orangutanes ya no dan soplidos de amor.

No te escuché al irte


Comeré dos plátanos.

He visto hace pocas horas la belleza de una mandarina acompañada aún de las hojas y ramitas verdes de las que fue arrancada, no he comerla antes de fotografiarla. Hoy también me convierto en maga sin vara y no abandono la idea de fumar un cigarro en nombre de mis amantes, además el peso me atormenta y no quiero que Ana vuelva tocar mi puerta sin cerrojo. Debo confesar en este interrogatorio policial, donde la policía soy yo misma, que esbozo una sonrisa ante mis olvidos lentos pero seguros, a veces, también yo requiero de certezas a pesar de ser un aborto de la Incertidumbre, pues ahora el Azar no me recibe cálidamente entre sus sábanas y me sentencia a buscar residuos en los botes de basura orgánica.


Además, recalco, que los gatos olvidan pronto, dejan de amar como un brote de amnesia, mas tienen el hábito de dar vueltas a las manzanas, menear el rabo frente a las ventanas de tus ojos y merodear las puertas de tu glande, sin embargo; en estos momentos los gatos desmenuzan tus recuerdos y se despojan de la arena que les dejaste en las patas la última vez que les diste sonrisas amorosas y mordiscos de cazador.

Ante tu olvido y mi resentimiento de niña engreída: los gatos ya no te quieren.

En esta confesión, he de agregar que me declaro feliz y sonriente al ser una princesa sin corona, sabes tú, que las joyas no van conmigo y que debido a mis movimientos de hembra en exorcismo hubiese perdido, de nuevo, la pesada diadema. Prefiero verte yo como rey en tu trono derruido, un rey de traje mal cosido, un dios dionisiaco que deja partir a su Afrodita luego de dejarla exhausta de sus arrebatos orgiásticos, sabes tú, que Afrodita Pandemos no pretende amor romántico menos aún promesas de fidelidad, pero ella te susurró con la espuma vaginal que dejaras de parlotear e hicieras del verbo “amar” acción y no sólo teoría embarrada, luego Eros podría abandonarle y escupirle en el viso como reproche a sus suspiros de Sonatina enamorada, ya hablaremos del asunto cuando esté lo necesariamente ebria, lo frenéticamente desnuda y me encuentre laxa sobre tu pecho.

Y bueno, pues, hoy te soñé, eso basta.

Chèri.

Los sueños de Cemí me hacen cosquillas, su saco blanco, su corbata con moño rosado y el sistema de audio 10.2 que pretende tener para desatar el frenesi musical mientras una copa con vino resplandece ante los rayos solares. Yo como grooppie underground que no necesita de grupo musical para ser un virus de la madrugada, le sonrío como gata la huérfana de melindres que soy en estos momentos.

"... aquel gato techero que busca un plato de leche tibia cerca de la alfombra y debajo de tu barbilla, sabes tú que no puedo ni quiero quitarme la costumbre de nómada repartidora de besos ferales, y pretendo romperte los vidrios de tu casa o llamarte ebria para que me consueles"

Cemí sabe que soy, por momentos, una "rubia de la cuarta fila", mas yo llevo la melena morena y desgarbada y como mientras escribo esto llevo 4 días sin bañarme podría espantar a cualquier pretendiente instigador que intente rodearme, mas esa es la intención y he dejado parte de mi vanidad de lado, a pesar de que mi frivolidad en estos asuntos sigue intacta y por ello continúo unida a Cemí de un modo sonriente y exento de obligaciones entre ambos. Soy un cuento de hadas sin zapatitos de cristal, sin príncipes azules que destiñen, además a mí la hada madrina me convirtió en novia oscura y dejó que me prostituyera, dipsomaniaca, por besos sin amor. Quizás sea Alicia sin país de las maravillas, la Alicia que convirtió a aquel gato de sonrisa burlona en pelota de balón mano contra ella misma.

¡Ay, Alicia, se te ha desteñido el pelo y se te ha corrido el maquillaje!

Mas Cemí, quiero yo que me ames en todas las formas que yo pudiese tomar, que ames cada forma, cada estado de ebriedad y somnolencia, así como amo yo tus olores de burguesía engreída, porque yo te amo, Cemí, te amo, de modo extraño, no como amo los tulipanes lejanos ni como amo a dioses insensibles de barro corrosible, yo te amo como niña melindrosa, como el infante ama los dulces y los olores a galletas caseras, como el anhelo a hacerte café y tostadas untadas de mantequilla, así, así te amo, como la pretensión que tengo yo de escurrirme debajo de tus sábanas, las que, a petición caprichosa, deseo sean blancas y con olor a lavanda.

Flujo y corte (Notas de El cuerpo desorganizado del Masoquismo)

El Cuerpo sin órganos es un plan o plano consistente fruto de multiplicidades que establecen y rompen sus conexiones constantemente, de manera que nunca se estratifica sino que se cuadricula de tal manera que los puntos disyuntivos tejen una gran red de nuevas síntesis.

Si se desestratifica (el Cuerpo sin órganos) demasiado rápido o salvajemente, terminaremos por matarnos a nosotros mismo: "lo peor no es quedar estratificado –organizado, significado, sujeto- sino precipitar los estratos en un desmoronamiento suicida o demente…"

El Cuerpo sin órganos es ‘un cuerpo desorganizado, una inmensa piel fría o caliente que desplaza consigo unos afectos y unas intensidades más o menos ardientes, una vasta célula nómada en la que hormiguean unas poblaciones de rojeces, de frotes, de caricias, de estimulaciones, de poros abiertos, de epidermis exasperadas’, es la construcción de asignificantes, es decir, intensidades que recorren transversalmente el plano de consistencia, cartografiando nuevos espacios.

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"He huído, porque más que la seguridad de la posesión me atrae la incertidumbre de la búsqueda, ayer, anteayer, hoy y siempre me han tentado y siguen tentándome las inmensidades ignotas del tiempo y del espacio que ante mí pueden abrirse, que ante mí, a veces, se abren, atraen y apremian impacientemente, porque pueden contenerlo todo y encerrarlo todo."



Andrzejewski, Jerzy.
Las puertas del paraíso.

Te doy mis crestas iliacas.


Sudo placer.

Sobre cada poro de tu piel con ese olor a tierra y mentol que me estremece los huesos, tus dedos a ritmo con cada palpitación de mi vientre, cuando te deslizas dentro, muy dentro de mí, a esta jungla inhóspita a la que has ingresado devastando huellas de conquistas y memorias, aquella cueva cáustica que se ha convertido en playa soleada cantando gemidos gozosos sobre nuestros oídos.

Me abrazan suspiros.

Sobre cada hebra azabache de tus cabellos, en cada columpio de tus piernas hacia la concavidad incitante de tu pubis. Me recreas explosiones de bing bang en cada cópula con esta tórrida entrepierna, muslos internos sobre los que sudas magma blanco, revuelta de vida y reapropiación del cuerpo. Me devastas respirando a mi piel, en búsqueda incesante de nuevos olores, me deshaces en movimientos cargados de frenesí, en instantes belicosos donde los cuerpos desprecian el habla porque ellos ya significan todo.

Conspiro mi huída,
porque eres lo peor que me ha ocurrido
(reencontrarnos) en la vida.

Pasajera de una nube.
Para Ro
y a todx aquel se dirija al barranco
y se deje caer de espaldas al abismo.

Juega conmigo, mójame, humedéceme, conviérteme en balón de espuma que flota sobre la atmósfera multicolor, hazme fuego artificial que se desprende en incendio de toda ciudad, hazme pólvora explosiva, cógeme de la mano y lánzate conmigo al agridulce abismo inesperado de la vida.

Víveme, vívete, mañana es tarde.

Descúbreme sin nariz ni maquillaje, lávame con tu saliva, ahógame en el juego, embriágame en la incertidumbre. Seamos lenguas serpentinas, bífidas y corrosivas, ácido destructivo contra todo verdugo y cadena que aprisiona. Desátate el pelo y deshazte de ti, encandílame en imposibles, asáltame en bebida alcohólica, baila tap conmigo, baila desnudx sobre mi cuerpo.

Encuéntrame una noche, apaga al sol y a cualquier foco urbano y arrasemos con besos y mordiscos a toda seriedad y compostura. Dame en parto mas no me detengas, dispárame y sonríeme, vuela conmigo, destruye el asfalto sobre tus pies, hazme caer, ríete de mi, ríete conmigo.

Explótame en estruendo de bombas, húndete en Agua, sobre manto celeste e incansable, ilumíname con estrellas a pesar de mi profunda oscuridad y si estamos en ella recuerda hacerme cosquillas, no te detengas jamás. Duérmeme en campo florido y escúpeme Discordia.

Aparéame en Bacanal, dame manzanas y huye conmigo.

Huye, pronto, pronto.

¡Zacatabum Chimchim!



A las carcajadas de Patchie

Narices rojas al desnudo.
Onomatopeyas en expansión sonora.
Dedos inquietos, risas estridentes, bailes chirriantes.

El éxito nos espanta, pantano hediondo donde percatas tu muerte cerebral y somática.

El fracaso nos seduce, nos es apetecible, el fracaso, como dulce para el infante, nos provoca. Las acciones que son catalogadas como “errores” por el tumulto de seres carentes de experiencias sexuales emocionantes y reconfortantes, son, para nosotrxs, diversión sublime, gozo inconmensurable, éxtasis multicolor.

Nos cagamos de risa con las metidas de pata y no sólo metemos los piecitos y piernitas sino que nos zambullimos con cuerpo entero y con la sonrisa de quien nos acompañe. Expresión ilimitada, besos golosos, niñxs salvajes. Nos encandila el ridículo, nos enredamos con él a punta de violáceos cosquilleos, en campos de espectros solares.

Ridículo y Fracaso nos parieron, ni hembras ni machos, sólo narices candentes, pelos alborotados, miradas cómplices y húmedos geniitales. Somos esa lozana y zumbadora confusión. Somos ese desparpajo, ese desorden radiante. Somos resplandeciente explosión caótica: Caos nunca murió, sólo anda en eterna parranda.

Como bonobos gatunos atravesamos el viento, desnudos o en disfraces carnavalescos, zapatos enormes o uñas coloridas sin ser succionadxs por grisáceos asfaltos. Gritamos, chillamos, mordemos, contagiamos, somos virus, anhelamos ser pandemia, genocidio a la rutinaria normalidad.

Como gatos bonobos nuestra existencia se resume a existir jugando. Sí, señores de seriedad descolorida, jugamos para vivir y vivimos para jugar.

Ludopatía tropical, con olor a banana y sabor de limonada azucarada.

Fracasar y del ridículo gozar.


Nívea.


Nívea se ha ido y aún la tengo frente a mi.
Nívea y yo, yo y Nívea comíamos en el chifa, ella comía carne,
a mi me importaba un bledo, solo quería verle sonreír.
Nívea, te amo.

Nívea se columpeaba y a mi me gustaba ver mover sus pequeños pies.

Nívea nadaba, yo solo me lamía delante de ella,
nos tomábamos de las manos y yo fumaba mucho,
necesito volver a fumar,
ando muy ansiosa
aunque suelo tener sexo casual por aquí o por allá.

Pienso en ti, en tus abrigos grandes y coloridos, en tus lentes gruesos,
en tu cabello corto o teñido, pienso en ti,
en lo pequeña que eres y cómo reíamos juntas,
las dos, sobre el pasto,
burlándonos de todo, alucinando, yo prendida, tú sobria,
alucinando cómo las tortugas se aparean frente a San Ignacio.

Nívea, pez, renacuaja despistada.

Nívea de los perros santos, yo de los gatos promiscuos.

Nívea, te amo.

Nívea, fui yo quien se fue, quien no encajaba, fui ya la que huyó,
la que te soltó los dedos entrelazados y perdió tu número telefónico,
la que dejó de contarte de quién se había enamorado ayer
y la que no se acordaba de quién había sido la semana pasada.

Fui yo la que solo te envío un sólo correo electrónico,
la que llora porque te extraña, miniatura hermosa,
la que prometió ir a visitarte mas nunca fue
porque el miedo se orina en ella
y le da pereza existencial.

Nívea, deseo contarte tantas cosas,
tramar cómo divertirnos
y divertirnos cantando en las calles,
arrecostar tu cabeza contra la mía,
dejar que me fume hasta el grass sintético
y volver a abrazarte.

Nívea, nada como pez, nada, nada lejos.

Quizás me encuentres flotando muerta en el agua con cloro
y me puedas saludar después de tanto tiempo.

Hefesta.

Papeles letrados en la letrina de aquellos 15 años.
Las mujeres que he inventado para tí son las que se me han ido de las manos, las que han atravesado mis dedos y se han podrido en mi pecho. Todas ellas, antipáticas, sonrientes, ligeras, fieles, sutiles o estruendosas, todas han sido inventadas en tu nombre, para aflorar en el momento preciso que lo requieras, para que les pidas masajes o para golpearte con besos y manotazos.

Todas ellas son tuyas, en cuerpo y en lo que sobre o falta de él, cada una, cada hueso, cada tejido, cada célula te pertenece, porque en su totalidad, ese conjunto de mujeres ha sido creado a tu genio y gusto.

Mas aunque te pertenescan, aunque cada día que pasen sin oler tu piel se retuerzan de nostalgia, aunque ocurra todo ello, ellas se conservan cual moléculas solitarias, flotando en la vacuidad espacial, podrán explotar cada vez que lo deseen, podrán ahogarse en llanto por las horas en las que te anhelan, podrán mandarte al olvido e irse a husmear bajo otras pestañas, acurrucarse en otros brazos y follar con otro falo, pero siempre estarán espectantes por tí, por tus retornos, por tus sonrisas y tus besos irregulares, siempre estarán atentas a tu maldita manía de dirigirles la palabra cuando obre tu voluntad, pelele de discursos, incapaz de hacerlas feliz, mustio indiferente, así sucesivamente te aman de igual forma y con mayor intensidad.

Porque todas ellas son tuyas, cada trozito de sus pieles, cada matiz de sus ojos y cada pétalo de las ojeras que almacenan pensándote, todo ello es tuyo. Mas hasta ahora no puedes llevar ni siquiera a una de ellas a la cúspide orgásmica, lo que lograrías diciendo que le amas, que necesitas verle y que le hueles por las noches. Pero no, no, no, jamás lo harás, porque estás muy ocupado destruyéndonos y yo aún así te amo tanto que las palabras y el llanto me son inalcanzables, inconmensurables, te amo tanto, te amo tanto.

Y cada una de ellas, cada una de las mujeres inventadas en tu espacio y tiempo, serían capaces de abandonar todo lo que poseen y lo que no, para ir donde tú vayas, para comer lo que tú comes, para odiar lo que odies, para defecar lo que defeques, están hechas por mis manos y mis deseos para que las hieras cada día de indiferencia, de ese "no me doy cuenta".

Desde la mujer que abre como tijera los muslos multicolores hasta la que te ampararía en tus momentos febriles, la que revienta los platos en la cabeza hasta la que te espera ansiosa observando la lluvia desde la ventana, ellas te aman, te aman, cada una a su modo, del mismo sentimiento intenso y desgarrador que yo te guardo y profeso y que sólo puede aflorar en los pocos momentos de ilusiones que me brindas para luego abandonarme en la sequía eterna de tu desierto al que no pertenesco, de esos discursos de los que me encuentro tan lejana y absorta.

Somos muchas, cada una como cría recien parida esperando tus cuidados, tus lamidas, tus manos y tu sexo. Todas nosotras, disfrazadas, otras desnudas, unas turbias y otras lozanas, pero entiéndelo, te lo ruego, entiende que te amamos, que requerimos ser miradas, tocadas, olidas y comidas por tu apetito, por tu lava incandescente, por tu falta de decencia, por tu lascividad.

Le pertenecemos a tus ojos, no queremos ser libres, si libres significa vivir sin cada una de tus células, queremos ser tuyas, criminalizarnos en el abismo de tus pecados, en tu piel, en tus uñas, en tus pelos, en todo de tí, porque te amamos, te amamos tanto, tanto, que nunca la comrpensión tendrá cabida, pelmazo de neuronas catatónicas, tú, quien nos tienes aguardando en el último salón, el salón cerca a los retretes del museo gigante que habitas.

Equipaje.

Somos dos estrellas rumbo al Apocalycsis,
dos estrellas que se apagan en el camino grisáceo,
dos seres que antes fueron furiosos animales
y ahora se mimetizan en el baldío concreto.

Dos estrellas.
Hagamos el amor en todas partes.
A cualquier hora, frente a quien sea.
No hay mejor acto revolucionario,
ni mejor poesía que meterme en un revolcón contigo.
Ni mejor secuencia de ejercicios
ni más placentera terapia antidepresiva.

Hagamos el amor en todas partes,
lléname cada hueco, físico y emocional.
Hazme dar clases de gritos,
hazme dar cátedra en jadeos y gemidos.

Todo es tan bueno, tan perfecto, tan sublime
en cada movimiento vertiginoso de tu cuerpo, del mío.
Haz de mi cuerpo un poema,
sudar en verano,
calentarme en invierno.

Hagamos revueltas de nuestras partes,
enfrentemos a nuestras piernas y a nuestros brazos.

Despójate de la propiedad de tu cuerpo
y entrégamelo en aquella danza copulativa.

Hazme, hazte el amor en todas partes,
desde los parques hasta el clásico colchón de una cama,
en lo frío de las losetas, en lo punzante de un grass.

Hagamos el amor en todas partes .

Matatirutirulá



Llévame a esos lugares esta noche.
Condúceme a reírme, como aquellas veces,
a todo pulmón,
a reírme
como antes, como antes, como antes.

Límpiame los mocos y las legañas
y paga el boleto del tren de la próxima estación,
trae confitados, galletas dulces y un jugo de banana.
Te diré te quiero.
Dame descanso.
Vamos a los juegos mecánicos, diversión vanal,
ficticia para muchos, también para mi.

A mi me provoca sonreír.
Bésame la mejilla, aún no la comas.

Arráncame los ojos llorosos,
hazme gritar en la montaña rusa,
exprópiame los problemas,
las angustias y recordar que aún
soy una niña obligada a crecer en los tentáculos del pulpo.

Créeme, soy feliz,
como antes, como antes, como antes.
El encanto se le ha agotado a estas situaciones contestatarias
y yo sólo quiero volver a sonreír ahogándome de Felicidad.
Llévame a los parques,
a los jardínes de tu casa,
hazme columpiarme, persígueme en el Laberinto
y luego tómame una foto, sólo una foto con una flor en los dedos
y dime , aún, "cariño" en el revelado a blanco y negro.

Deshazte de mí,
de ese Yo aburrido y esquematizado.
Sonríeme con cosas espontáneas,
hazme una mentira.

Fabrícame, de nuevo, mi burbuja de cristal,
mi casita de chocolate azucarado.
Acompáñame en bicicleta, canta conmigo,
presúmeme,
veamos películas en el sillón rojo de tu cuarto
y cuéntame todo secreto absoluto.

Hazme niña, niña, niña.

Siempre has sido 69% adecuado y bisiesto,
de los que rara vez podemos encontrar
en los estantes de los súper-marcados.

Maas, vuelve.