Te doy mis crestas iliacas.


Sudo placer.

Sobre cada poro de tu piel con ese olor a tierra y mentol que me estremece los huesos, tus dedos a ritmo con cada palpitación de mi vientre, cuando te deslizas dentro, muy dentro de mí, a esta jungla inhóspita a la que has ingresado devastando huellas de conquistas y memorias, aquella cueva cáustica que se ha convertido en playa soleada cantando gemidos gozosos sobre nuestros oídos.

Me abrazan suspiros.

Sobre cada hebra azabache de tus cabellos, en cada columpio de tus piernas hacia la concavidad incitante de tu pubis. Me recreas explosiones de bing bang en cada cópula con esta tórrida entrepierna, muslos internos sobre los que sudas magma blanco, revuelta de vida y reapropiación del cuerpo. Me devastas respirando a mi piel, en búsqueda incesante de nuevos olores, me deshaces en movimientos cargados de frenesí, en instantes belicosos donde los cuerpos desprecian el habla porque ellos ya significan todo.

Conspiro mi huída,
porque eres lo peor que me ha ocurrido
(reencontrarnos) en la vida.

Pasajera de una nube.

1 comentario:

quimera rosa dijo...

que placer ser dedos que te musturban...