Dona'm Sa Ma


Una taza con café caliente para que tus senos dibujen colinas, café con leche para dar aroma a las pequeñas muertes, al surgir de la vida, para despertarte con el cuerpo recorrido, con los sueños olvidados, con llanto seco de luna entre las piernas.

Una mañana ciega en la bañera, fundida con el olvido de los huesos, con la escasez de deseo diurno. Despertar de un sólo yo, aun con cuerpo alterno al lado(y la facilidad de ilusa, del aprendizaje de nosotros ante una realidad de , de yo).

Ahora, pequeña mía, haz café y endulza al sentimiento, al que se conforma con azúcar porque ya olvidó la textura de otras manos, porque ya olvidó al juego enamorado de las calles.

Acurrúcate sobre el sillón, cruza las piernas, deshaz la realidad al cerrar los párpados, al apagar las luces y piensa que la sangre al secarse, que el latido al detenerse puede tornarse color café
como la tierra sobre la que alguna vez te apareaste, aunque estés pronta al olvidarlo.

El recuerdo suele volverse lágrima.

Llena la estancia con olor de humedecida tierra,
de madera del monte,
de hierba del alba.

Llena el viento de pupilas vidriosas, de palabras calladas, de silencio iracundo y abraza los olvidos, las melodías, las lenguas de los animales infinitos que habitan en tu vientre y desnuda las calles con el frío de tu cuerpo.



Necesito contarte
qué miedo da la lluvia en los cristales.
Hoy cae sobre mi casa la noche oscura.

Salvador Espriu