Garúa




Lárguense,
cierren las puertas y ventanas,
corran las cortinas, váyanse lejos.

Déjenme acurrucada, manta rosácea vientre de madre.
No me abran los ojos a las 4 del alba
cuando ni aún los gallinazos de la azotea descubren las oscuridad de sus alas.
No me interrumpan el sueño, no me desayunen rutina.
Tantas miradas posadas sobre la cabeza
y la mente viajando tan lejana de ustedes, tan abstraída y succionada.

Tanto de nada.
Aléjense, grises carentes de fábula,
piérdanse en los senderos no recorridos,
miren el charquito de agua donde está el mundo escondido.
Dónde se ha metido el gato,
en qué calle deambulan las ramas de mi árbol,
dónde has caído de bruces y obsérvenme, toda boca luna menguante de sangre.

Desnuda, una cama,
un cuerpo extraño a mi lado,
un cuerpo,
un pedazo de carne, una lengua desconocida.
Asustadamente desnuda, asqueadamente desnuda.

Ciérrenme los ojos, arrullada susurrándome al oído,
tu nombre, tu voz medio ida medio atesorada.
Bájenme los párpados.

Todos los brazos del mundo meciéndome, cría de leopardo enjaulada.

7,5


Me crecen los cabellos, ya no son serpientes, son raíces. Y los árboles de este lugar son insondablemente mustios, como yo ignorando todos los ojos de las avenidas, a todos aquellos muertos que me han arrancado la magia, que se han tragado mis alas y han dejado esto que se suele llamar persona.

Ya no amo por eso ves allí el hueco de mi estómago. Los moretones en los flancos, en las caderas de tanto tirar el dardo sin darme en el lóbulo occipital, mi enredadera mental cada vez más anegada de farmacia. Y me río tanto a ver si la desgracia se aleja, a ver si de tanto reírme me vienes a la mente y meto la mano al hoyo mío y saco las cartas, las fotos, tus cabellos, la música de la casa, el rastro de acordes que dejaste, las últimas jeringas usadas, la jungla de mis órganos y hasta tu pasaporte mirada de leoncillo perdido.

Respiro, oculto el hueco debajo de la ropa, tengo miedo de que el corazón se precipite. No se vaya a ir de gira dejándome hecha jirones, y vaya, ya te imaginarías. Y me voy, estoy ciega y no me explico esta cantidad de agua, se me escurre entre los dedos, estoy soñando uno dos tres, estoy exhalando tres dos uno, ya no vuelan, pero aún tengo pájaros en la cabeza.

Necesito aire y ardo.