7,5


Me crecen los cabellos, ya no son serpientes, son raíces. Y los árboles de este lugar son insondablemente mustios, como yo ignorando todos los ojos de las avenidas, a todos aquellos muertos que me han arrancado la magia, que se han tragado mis alas y han dejado esto que se suele llamar persona.

Ya no amo por eso ves allí el hueco de mi estómago. Los moretones en los flancos, en las caderas de tanto tirar el dardo sin darme en el lóbulo occipital, mi enredadera mental cada vez más anegada de farmacia. Y me río tanto a ver si la desgracia se aleja, a ver si de tanto reírme me vienes a la mente y meto la mano al hoyo mío y saco las cartas, las fotos, tus cabellos, la música de la casa, el rastro de acordes que dejaste, las últimas jeringas usadas, la jungla de mis órganos y hasta tu pasaporte mirada de leoncillo perdido.

Respiro, oculto el hueco debajo de la ropa, tengo miedo de que el corazón se precipite. No se vaya a ir de gira dejándome hecha jirones, y vaya, ya te imaginarías. Y me voy, estoy ciega y no me explico esta cantidad de agua, se me escurre entre los dedos, estoy soñando uno dos tres, estoy exhalando tres dos uno, ya no vuelan, pero aún tengo pájaros en la cabeza.

Necesito aire y ardo.


1 comentario:

Unknown dijo...

Me iré de Nueva York,
todo hecho mierda