Hefesta.

Papeles letrados en la letrina de aquellos 15 años.
Las mujeres que he inventado para tí son las que se me han ido de las manos, las que han atravesado mis dedos y se han podrido en mi pecho. Todas ellas, antipáticas, sonrientes, ligeras, fieles, sutiles o estruendosas, todas han sido inventadas en tu nombre, para aflorar en el momento preciso que lo requieras, para que les pidas masajes o para golpearte con besos y manotazos.

Todas ellas son tuyas, en cuerpo y en lo que sobre o falta de él, cada una, cada hueso, cada tejido, cada célula te pertenece, porque en su totalidad, ese conjunto de mujeres ha sido creado a tu genio y gusto.

Mas aunque te pertenescan, aunque cada día que pasen sin oler tu piel se retuerzan de nostalgia, aunque ocurra todo ello, ellas se conservan cual moléculas solitarias, flotando en la vacuidad espacial, podrán explotar cada vez que lo deseen, podrán ahogarse en llanto por las horas en las que te anhelan, podrán mandarte al olvido e irse a husmear bajo otras pestañas, acurrucarse en otros brazos y follar con otro falo, pero siempre estarán espectantes por tí, por tus retornos, por tus sonrisas y tus besos irregulares, siempre estarán atentas a tu maldita manía de dirigirles la palabra cuando obre tu voluntad, pelele de discursos, incapaz de hacerlas feliz, mustio indiferente, así sucesivamente te aman de igual forma y con mayor intensidad.

Porque todas ellas son tuyas, cada trozito de sus pieles, cada matiz de sus ojos y cada pétalo de las ojeras que almacenan pensándote, todo ello es tuyo. Mas hasta ahora no puedes llevar ni siquiera a una de ellas a la cúspide orgásmica, lo que lograrías diciendo que le amas, que necesitas verle y que le hueles por las noches. Pero no, no, no, jamás lo harás, porque estás muy ocupado destruyéndonos y yo aún así te amo tanto que las palabras y el llanto me son inalcanzables, inconmensurables, te amo tanto, te amo tanto.

Y cada una de ellas, cada una de las mujeres inventadas en tu espacio y tiempo, serían capaces de abandonar todo lo que poseen y lo que no, para ir donde tú vayas, para comer lo que tú comes, para odiar lo que odies, para defecar lo que defeques, están hechas por mis manos y mis deseos para que las hieras cada día de indiferencia, de ese "no me doy cuenta".

Desde la mujer que abre como tijera los muslos multicolores hasta la que te ampararía en tus momentos febriles, la que revienta los platos en la cabeza hasta la que te espera ansiosa observando la lluvia desde la ventana, ellas te aman, te aman, cada una a su modo, del mismo sentimiento intenso y desgarrador que yo te guardo y profeso y que sólo puede aflorar en los pocos momentos de ilusiones que me brindas para luego abandonarme en la sequía eterna de tu desierto al que no pertenesco, de esos discursos de los que me encuentro tan lejana y absorta.

Somos muchas, cada una como cría recien parida esperando tus cuidados, tus lamidas, tus manos y tu sexo. Todas nosotras, disfrazadas, otras desnudas, unas turbias y otras lozanas, pero entiéndelo, te lo ruego, entiende que te amamos, que requerimos ser miradas, tocadas, olidas y comidas por tu apetito, por tu lava incandescente, por tu falta de decencia, por tu lascividad.

Le pertenecemos a tus ojos, no queremos ser libres, si libres significa vivir sin cada una de tus células, queremos ser tuyas, criminalizarnos en el abismo de tus pecados, en tu piel, en tus uñas, en tus pelos, en todo de tí, porque te amamos, te amamos tanto, tanto, que nunca la comrpensión tendrá cabida, pelmazo de neuronas catatónicas, tú, quien nos tienes aguardando en el último salón, el salón cerca a los retretes del museo gigante que habitas.

1 comentario:

KokoOn dijo...

"las mujeres que inventado apra ti son las que se me han ido de las manos..." me agrada esa frase..

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