Misiva de una Risa Sardónica

Un adiós se convierte en un saludo, en un inicio inexacto de situaciones no previsibles, por ello cada letra escrita sobre un papel se convierte en una invitación para la desobediencia, aunque sea a distancia, incluso se tenga que atravesar galaxias, esquivar explosiones de supernovas o agujeros negros que se insertan en las venas para soplar dientes de león en los montes de otro rostro.

Situaciones exageradas producto del alquitrán, ya no existe diferencia entre el dióxido de carbono que respiras a diario y las notas de nicotina que ingresan en los pulmones a succiones repetidas. Paroxismo, sensación exacerbada, sueles caminar por las calzadas, no descalza sino con calzado de montaña, camino y un deseo rompe los límites de una conciencia: si das dos pasos más, rápidamente, podrás hacer colapso con el próximo carro. ¿Planear un suicidio? Quizás impulso de un cuerpo cercano a la combustión.

Lo carros intersectan el camino, estorban, ensordecen, conducen a la locura articuladas, es más factible morir atropellado o fenecer dentro de un bus en un frenar precipitado, por ello, prefieres chocar a un carro antes que uno se estrelle contra tus huesos y tu maltrecha piel. Mas todo queda en la cueva de los pensamientos cegados al tirar la puerta de la realidad contra un viso surreal.

A diario, observas sonrisas descoloridas, bamboleos de bolsas, carteras y maletines, vaivenes que caen la mecánica desganada del movimiento cotidiano. Perros atados a cadenas o pequeños críos sujetados a andadores, no existe diferencia, ambos se han convertido en un artículo de entretenimiento, un objeto más para la adquisición social. Y por más que pretendas iniciar expediciones a la deriva entre los muros de esta cárcel llamada ciudad: golpearse el rostro contra una pared no es lo mismo que caer y rodar sobre la pradera.

¿Por qué no jugar con los demás renacuajos que habitan a duras penas en un mismo estanque? Desarticular objetos que se han adheridos como tumores malignos a cada rincón de piel, hacer volar celulares desde las manos o bailar con los cuerpos plastificados en las vitrinas de cada tienda.

Es falso que la Vida sepa a Nada, si la vida supiera a Nada sonreirías transparentemente. La Vida en este contexto de espacio y tiempo sabe a mierda y no existe alquimista alguno que pueda convertir la domesticación de cada ser en un algún destello extraordinario de respiro y suspiro que conspire con la libertad.

1 comentario:

Unknown dijo...

Te siento, Danna, te siento,
urdir sobre los pensamientos, como un rayo difuso, como los pelos que dajas en una bañera, una enredadera.

Preparar la ensalada rusa a la vida, bailaruna de una de las rumbas para engañar de modo enmascarado