Qué eran
tus manos sino dos aves huidizas
la noche ha
acaecido y mis ojos aún más abiertos que el alba
cómo te es
posible ocultar las tímpanos ante el sollozo.
Hay una
niña en altamar bajo el cielo azulino
qué es la
libertad, se pregunta
el cielo aún
no responde,
tampoco el
eco de las voces de ultramar,
Cómo
pretendes ocultar el llanto,
atragantándolo
en la acidez de la epiglotis,
Decidirás
irte en un velero sin rumbo.
Nadie
preguntará tu ausencia.
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