Habla silencio


Te asomas a la ventana, al humor vítreo de los cristales que llevo en el rostro y es posible que nades en la inmensidad del que no tiene nombre

Esta noche qué importa la construcción del discurso, la sintaxis hecha método para evitar quedarme en silencio si puedo quedarme en el silencio tuyo. En el noveno piso de este edificio, todas las luces de la ciudad para nosotras. Y te confieso, cuando era pequeña pensaba que eran luciérnagas poblando las faldas de los cerros, aún no sé si haya luciérnagas en aquellos ambientes, solo sé de tugurios, miseria hecha ilusión en la mente de infante. Inocencia ida, cómo se me ha ido la alegría de no saber atarme los zapatos, y ahora que todo lo racionalizo, que desprecio el romanticismo de las ideas, el idealismo camino truncado nulidad de acciones.

Maldita sea
Maldita sea


Y vuelvo a tu sombra, a observarme las manos sin saber qué querer de sus líneas.
A estas las dibujo yo, te digo, pero quiero que tú las leas.
Soy un libro abierto,
aún de páginas blancas, sé pitonisa y escribidora, criatura color puesta de sol naranja

Las olas.
Acá uno viviendo tan cerca al mar y sin besar sus orillas hace tanto
El rostro empapado, el maquillaje corrido y sin labial, sin las cosas banales de la vida. Pero sé que hay una diferencia, sé que hay quienes viven teniendo miedo, otros que del miedo necesitan para vivir, para saber que la tiranía del tiempo consiste en la no repetición del placer y en la prolongación con la que pintamos la desgracia.

Y te has ido
y yo, sin darme cuenta, hablando conmigo misma para sentirme menos cuerda, para escapar del exceso de átomos peso colosal, de teorías que poco explican las reacciones imprevistas del impulso.

Azar, el origen del mundo en el choque de dos miradas.


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