Lonche de las 7

Para cuando te vayas
deja las ventanas abiertas,
al viento batiendo cabellos,
que nunca he confiado
en quien encierra la luz vespertina

Cuando has preguntado
dónde va el mar dónde la estrella constante
yo solo he mirado el fondo insondable
de la taza y del café,
el destino fatalmente alegre,
la alegría no destinada del cachorro

He mirado a taita encaneciendo
a taita con la espalda
Atlas doloroso
a la mama resignada de rutina,
a esa extraña capacidad del rebaño
de la muerte oliéndose acariciada

Y no le he abrazado
y solo
me he echado a correr
para sentirme viva
para dormir
bajo la sombra de algún pino

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