Era una mañana, una naranja partida, una mujer partiendo la naranja.
La avenida enturbiada de gente, la mujer y las manchas blancas en los cabellos
la alegre melancolía de guepardo lamiendo el horizonte
el saltito de una niña que abrió la jaula
y aquí desde la ventana, la humedad azulada
el hálito gélido en los dedos
la flor de loto abriéndome la piernas.
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